domingo, 8 de noviembre de 2009

¿Salimos de la crisis?

Hoy 1291 / Más sombras que luces en la economía yanqui

escribe Eugenio Gastiazoro

Una dinámica dañina
La llamada “reactivación” tiene dos aspectos contradictorios: por un lado, los pulpos financieros de Wall Street y las bolsas mundiales, reciclan una nueva “burbuja” ganancial, no ya con dinero especulativo proveniente del sector privado, sino con fondos públicos (de los impuestos pagados por toda la sociedad), puestos compulsivamente a su servicio. Actualmente, los grandes bancos de W
all Street (responsables de la crisis financiera) están ganando nuevamente cifras millonarias no por una reactivación del crédito sino a través de compra y venta especulativa de acciones bursátiles y de la adquisición de instituciones quebradas a las que luego recapitalizan en la bolsa.
La otra cara es la que presentan los sectores no financieros. Pese a los anuncios de recuperación de la economía, empresas y bancos todavía están recortando empleos y obteniendo ganancias a través de reducciones de costos (incluido reducción de salarios). Mayoritariamente los analistas prevén un período prolongado de alto desempleo, y muchas empresas tienen dudas persistentes sobre cuán perdurable puede ser la mentada “recuperación”, por lo que no arriesgan nuevas inversiones.
Los capitalistas tratan de recuperarse de la crisis descargándola sobre los trabajadores. Reducen el “costo laboral”, despidiendo empleados, rebajando salarios y suprimiendo beneficios sociales, y superexplotando a la fuerza que queda ocupada (el ingreso personal disponible en el conjunto de la economía ha seguido cayendo en el tercer trimestre de 2009, según el informe arriba citado). También achican otros gastos (e inversiones) de la producción, con lo que se deprime aun más el consumo y se generan más despidos laborales.
De esta manera, el sistema capitalista descarga el costo de la crisis sobre el sector asalariado (fuerza laboral masiva) y la masa más desprotegida y mayoritaria de la sociedad (población pobre con limitados recursos de supervivencia). Y posibilita que bancos y empresas “recuperen” sus tasas de rentabilidad al costo de mantener el desempleo e incrementar los niveles sociales de precariedad económica, por lo que continúa la depresión de la demanda (de consumo y de inversiones).
Según el Wall Street Journal, Estados Unidos eliminó 7,2 millones de empleos desde que comenzó la recesión en diciembre de 2007, la mayor contracción desde la Gran Depresión de los años 1930. Incluso –afirma– si el mercado laboral comenzara a crear empleos con la rapidez que se registró durante el auge de los años 90, cuando se agregaron 2,15 millones de empleos en el sector privado por año, Estados Unidos no recuperaría una tasa de desempleo de 5% hasta fines de 2017.
En este proceso de superexplotación capitalista (que retrocede las conquistas sociales y sindicales a estadios inferiores) se explica la recuperación de la rentabilidad empresarial (ganancias capitalistas) mientras la economía sigue deprimida a causa del desempleo y la debilidad del consumo y la inversión. Por lo que se puede decir que las penurias de esta crisis no sólo no han terminado sino que se seguirán sufriendo, incluso acrecentadas, por un período prolongado.

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